Después de tres años, Ezequiel Lavezzi rompió el silencio en torno a su frustrado sueño de ponerse la camiseta de su amado Central para finalizar la carrera profesional. En un pasaje de stream con el Kun Agüero, el Pocho dejó en claro por qué fue que no jugó en el Canalla.
“No me llamaron de Central, no es que no jugué porque yo no quise”, disparó Lavezzi sin pelos en la lengua, y siguió: “Dejé de jugar teniendo un montón de ofertas. En el único lugar que quería jugar era en Central y no me llamaron”. El Pocho contó que un casi regreso de Angelito Di María estuvo a punto de convencerlo, pero finalmente no se dio. “Me llamaron un día antes de oficializar que no jugaba más, y les dije que no”, sostuvo el exdelantero.
Lo concreto es que el cierre de la carrera de Lavezzi estuvo envuelto en una guerra política entre su hermano Diego y el expresidente, Ricardo Carloni. Con 34 años y tras recuperarse de una dura lesión de rodilla, el Pocho anunció su retiro en diciembre de 2019; su último club fue Hebei Fortune de China, donde jugó tres temporadas y tuvo un destacado paso.
Conociendo la delicada situación física de su hermano, unas semanas antes del anuncio del retiro del Pocho Lavezzi, Diego dijo en una radio rosarina: “Fue un año complicado para él (por Ezequiel), la pasó muy mal y es una locura que venga a Central a jugar así”. Según Diego, Carloni nunca hizo una oferta, pero en esa misma entrevista reconoció contactos con el ex secretario deportivo Raúl Gordillo, quien estaba al tanto de la evolución del ex San Lorenzo. Pero al mismo tiempo, Carloni había reconocido públicamente el interés de Central en contar con el jugador: “La ilusión del hincha es ver a Lavezzi con esta camiseta y nosotros haremos el esfuerzo. Es respetable si no se da”.
¿Será que no lo llamaron? Las versiones de partes contrastan y no hay prueba contra fáctica. Ahora bien, ¿Necesita un jugador como Lavezzi del llamado de un dirigente para cumplir el sueño de jugar en Central? Esa clase de futbolistas de Selección como lo fue el Pocho sólo tienen que levantar el teléfono y preguntar cuándo se ponen la camiseta. ¿O será que la sanguinaria política de Central puso aquella vez también los nombres por sobre el club?