Ocurrió con Úrsula, la villana de La Sirenita. También con Jafar, el malo de Aladdin. Y lo mismo con Maléfica, a quien conocimos como la hechicera que quiere matar a La Bella Durmiente y que en 2014 tuvo película propia.
En todas estas producciones de Disney el/la malo/a sigue el estereotipo queer, algo que para muchos, como por ejemplo la escritora española Carmen María Machado, está lejos de ser una mera casualidad: es una arista de los muchos arquetipos a los que ha acudido el gigante estadounidense desde los años en los que Walt aún estaba vivo.
La mención viene a colación del estreno de “Cruella”, con el protagónico de Emma Stone. La mala de 101 Dálmatas vuelve a poner en el medio de la tormenta a Disney por su supuesta “lgtbifobia”.
La historia del amaneramiento de los villanos en Disney viene de antaño y son muchos los autores que le apuntan (y le vuelven a apuntar ahora) a la expresa homofobia que hay en los estudios.
Con Cruella volveremos a encontrarnos con una protagonista queer. Y otra vez tendremos la oportunidad de analizar los hechos un poco más allá de lo que vemos en la pantalla. Por una vez, que el árbol no tape el bosque: Walt Disney ya no está y para Disney también es el 2021.